«Para mí, el flamenco es sagrado: una expresión única y profundamente personal a través de la cual mi alma encuentra luz, crece y trasciende.»
El flamenco es más que un simple baile; es un viaje sagrado que va más allá de la performance. Es una expresión cruda y poderosa del alma, un canal para emociones que las palabras no pueden capturar. Cuando bailo, siento una conexión profunda con algo más grande, algo espiritual, como si todo mi ser estuviera iluminado desde dentro. Cada movimiento, cada gesto, cada compás de la música alimenta mi espíritu, anclándome en el momento pero elevándome más allá de él. A través del flamenco, alcanzo un lugar donde mi alma se expande, donde trasciendo los límites de mi yo cotidiano y descubro la libertad que viene con la expresión pura y sin filtros.
En esos momentos raros sobre el escenario, el flamenco es tanto profundamente personal como universalmente conectante. Siento el impulso de compartir esta experiencia con los demás, invitándolos a sentir la intensidad, la alegría y lo sagrado del viaje conmigo. Por eso, el flamenco es mi manera de existir: es un camino hacia el autodescubrimiento, el crecimiento y la trascendencia del espíritu humano.